Cifu al micrófono, con la guitarra, en estado puro, como el resto de la banda que es más que un icono, llegando al público, a los cientos de personas que llenaron el Pabellón Municipal de Fiestas de Valdemorillo en una noche, la de este 9 de febrero, realmente para recordar.
Celtas Cortos se anunciaban como uno de los platos fuertes en la programación festiva de este San Blas y ciertamente hicieron las delicias de cuantos acudieron a baila, a cantar, a compartir, sencilla, felizmente, las emociones, el buen rollo, la formidable alegría que emana de esta gran ‘hoguera’ que elevó el directo ofrecido durante dos horas más que intensas, en las que, el folk rock de uno de los grupos más exitosos, y bien patente quedó por qué sobre escena, entusiasmó a un aforo entregado por completo a seguir cada uno de los temas, cada uno de los acordes.
Las ganas, totales, probadas, con al que se presentaron los Celtas más incombustibles en Valdemorillo transmitió mucho más que energía positiva de la buena verdad, contagiaron de felicidad, de fuerza para querer sentir pensar, ilusionarse, llenarse de vida… Porque esta fue una actuación tocada por la conciencia, la vitalidad, unidos todos en ese “abrazo infinito” que el mismo Cifu envío a este Valdemorillo donde redoblaron bises. Y antes de decirse un hasta pronto deseado y compartido tanto por el grupo como por los asistentes, restaba una sorpresa más. Rozalén, a la que ya habían dedicado uno de los temas, interpretando al unísono con estos Celtas Cortos, “grandes, muy grandes”, como les gritaba alguno de los presentes. Una genial combinación que aún añadió ovaciones a esta noche de Fiesta mayúscula. Que hasta la propia Rozalén, afirmó sentirse feliz de ver aquí, “en este pueblo que elegí para
vivir” un pabellón tan lleno en un concierto tan extraordinario.
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