Se trata de una historia sobre hambre, sueños rotos y esperanza protagonizada por Aminodin y Alimán, dos niños que, pese a trabajar en un vertedero y a vivir en un campo de desplazados respectivamente, no pierden la sonrisa. La película se rodó en Mindanao (Filipinas), una de las zonas del mundo más golpeada por la crisis climática y más de cinco décadas de conflicto. A pesar de esta terrible realidad, la historia cuenta con un esperanzador mensaje positivo.
El segundo puesto, por el número de votos emitidos por el público asistente, ha sido para Maras, de Salvador Calvo, un cortometraje sobre el estado de terror que siembran estas pandillas en Guatemala, El Salvador y Honduras y que está basada en los testimonios reales de sus víctimas.
La respuesta del público a esta edición de MoralCine ha sido muy positiva. Se ha llenado el aforo de la sala, que estaba limitado a menos de la mitad de su capacidad, manteniendo la distancia de seguridad, usando mascarilla y el resto de medidas decretadas por las autoridades sanitarias.
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