Sin fiesta, ni aviso previo a la población por las medidas impuestas por la pandemia, llegaron este fin de semana a Guadarrama las ovejas y cabras del rebaño que la Asociación Trashumancia y Naturaleza, traslada anualmente desde los pastos del Norte, guiadas como siempre, por Jesús Garzón.
Un rebaño de 1100 ovejas y 200 cabras que cada año en octubre llega desde el Norte, hacia las zonas más cálidas, atravesando incluso la ciudad de Madrid, y que, este año, ha tenido que adaptar no solo su recibimiento sino también su ruta por la pandemia COVID-19, que les ha impedido tras 27 años de reivindicación transitar por La Castellana.
No obstante, y como siempre, su primera parada en la Comunidad de Madrid ha sido Guadarrama. El viernes, sobre las 18:00 horas, el rebaño fue recibido por el Alcalde, Diosdado Soto, y por el Director General de Agricultura y Ganadería de la Comunidad de Madrid, Rafael García, a su llegada a la comunidad y fue acompañado hasta su llegada a las instalaciones del Área medioambiental de El Gurugú para pasar allí la noche.
El sábado 17 de octubre, el rebaño trashumante y sus pastores abandonaron la localidad tras descansar, acompañados por cuantos quisieron mostrar su apoyo a esta tradición que tanto hace por un sistema de ganadería extensiva tan beneficioso para el medio natural. Una despedida en la que participaron además del alcalde, Diosdado Soto, y el concejal de Medio Ambiente de Guadarrama, Fernando García, la exconcejala Leonor Villazala, integrante de la Asociación Trashumancia y Naturaleza y principal activista en la localidad del reconocimiento a esta tradición.
Se ha tratado de la 27 edición, este año en circunstancias especiales, de una celebración con la que la Asociación Trashumancia y Naturaleza reivindica la preservación y conservación de las vías pecuarias, declaradas bien de dominio público desde el año 1995, y que, sin embargo, hoy en día se encuentran en un estado preocupante de degradación, usurpación y abandono, limitando su buen uso para los pastores trashumantes y el disfrute de la población.
La trashumancia, además de ser una práctica ancestral que ha marcado la cultura y el paisaje de nuestro país, es científicamente reconocida por los grandes beneficios ecológicos y sociales que conlleva, así como por ser referente para un tipo de ganadería, la extensiva, sostenible y bien muy adaptada a su entorno.
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